La fotografía de retrato es un asunto serio. No se trata solamente de “tomar fotos” sino de crear imágenes con significado. Imágenes que sean realmente únicas y reflejen no sólamente quién eres en verdad, sino mucho más que éso: fantasías, sueños, sentimientos, momentos en la vida que serán irrepetibles.
Mi aproximación a la fotografía de retratos es sencilla: yo no creo en las poses sino en la intimidad, en la conexión entre fotógrafo y modelo que crea un espacio en el que tu verdadero yo puede mostrarse naturalmente, sin forzarlo.
Ése es el secreto: conexión y un ojo que ve las cosas desde un punto de vista particular, un testigo que cuenta una historia sobre ti. Una historia emocionante, una historia que merece ser contada, una historia sobre quién eres en verdad.
De eso se trata la fotografía de autor.
Fotógrafo de retrato
Disfruto la fotografía de retrato porque me permite cierto grado de control:
Control que no existe por ejemplo cuando se cubre una boda, por ejemplo.
Luego de platicar con la cliente, (la modelo) alineamos nuestras visiones, es decir, qué ideas tenemos para la sesión del photoshoot.
Este punto es importante, porque en ese momento podemos saber si hay conexión o no, si vamos a poder trabajar juntos o no.
Una sesión de fotografía de retrato sin química no funciona: en el mejor de los casos, no alcanzará su potencial.
Mi visión como fotógrafo
Como fotógrafo de retratos con un rato en el asunto, mi visión es importante porque mis clientes me buscan para eso: conocen mi trabajo, mi estilo, y es eso lo que quieren, por eso esa charla previa es muy importante.
En esa plática decidimos qué tipo de fotografía crearemo y cómo la crearemos.
Cuando es el día del photoshoot, generalmente todo funciona de maravilla, ya sabemos más o menos qué tipo de imágenes vamos a hacer y lo que queda es hacerlas.
En cosa de 45 o 60 minutos estamos listos normalmente, aunque el tiempo no será lo que condicione el resultado.